Información de literatura bíblica
5º
El nombre
La Biblia es un conjunto de libros sagrados para diversas religiones. El nombre-
neutro plural en latín originariamente- podría traducirse como los libros, o,
como prefiere decirse: el libro de los libros, señalando de este modo su
importancia. Vale recordar aquí que biblae en latín significa libros, y es un
neutro plural
Dependiendo
de la religión se llama “Santa Biblia” o
“Sagrada Biblia”. Aquella es la denominación que corresponde a las diversas
religiones protestantes, ésta la que recibe en el Catolicismo. Pero esto es más
que una cuestión de nombres. Varían los libros que la integran, a veces la
calidad literaria de las traducciones, así como el nombre que recibe Dios:
Jehová en las traducciones protestantes, Yahvéh en las católicas.
Los
hebreos, sin embargo, no tienen un nombre único para designar a los textos. Los
identifican por la sigla T.N.K. iniciales de los tres grupos: Torah, Nebihim y
Ketubihim, es decir, Ley, Profetas y
Otros Escritos.
Canon
Como
se señalaba anteriormente las Biblias
son diferentes de acuerdo a las religiones. Esto depende del criterio de
inspiración
Se llama literatura inspirada a aquella por la
cual Dios se comunica con el hombre a través de un autor; éste sería un
instrumento de la divinidad para difundir una verdad revelada. De acuerdo con
este criterio de inspiración, y dependiendo de las religiones, difieren los
libros de los que consta la Biblia. El Antiguo
Testamento- que se basa en el pacto o alianza entre Yahvéh y los hebreos-
es considerado inspirado para hebreos y cristianos. El Nuevo Testamento- que se refiere al pacto entre Dios y la humanidad
a través de Jesús, el mesías- sólo tiene valor sagrado, revelado, para los
cristianos.
¿Por qué
se llama Testamento?
Los hebreos usaban la voz alianza
para referirse a las relaciones entre el pueblo y la divinidad, puesto que
éstas se basaban en un pacto o compromiso mutuos. Los latinos tradujeron la voz
griega diatheke , que tiene dos
acepciones: pacto y testamento, registrando uno sólo de los significados: testamentum. De este modo se falseó el
significado original. De la igualdad de partes que supone un pacto, se pasó a
la idea de legado eterno que debe aceptarse sin discusión.
Canon significa
regla o vara de medir. Lo que determina este canon, es decir lo que mide es la
inspiración de los textos. Por lo tanto los que están en la Biblia se
encuentran canonizados, pero difieren en los criterios.
Clasificación de los cánones del Antiguo Testamento
Existen dos cánones del Antiguo
Testamento: el hebreo o jerosolimitano y el alejandrino, llamados también
respectivamente primer y segundo canon, y por tanto a los libros que los
componen: protocanónicos y deuterocanónicos
El canon hebreo comprende, en apariencia veinticuatro libros clasificados
en tres series: Torah, Nebihim y Ketubihim; ley, profetas y otros escritos. ).
El número 24 es artificioso, pues para obtenerlo se agrupan varios libros en
uno, lográndose así esa cantidad que corresponde a la de las letras en el
alfabeto hebreo. En las versiones modernas, que distinguen cada libro por su
nombre, éste aparece compuesto por 39 libros, su ordenamiento supuestamente es
cronológico; así, el Libro de Rut se coloca como apéndice del libro de los
Jueces, pues la anécdota que narra se ubica en la época de estos últimos. Sin
embargo, cabe destacar que esto no implica que correspondan al mismo orden de
composición. Como ejemplo puede citarse el primer capítulo del Génesis que es
muy posterior en su composición al capítulo siguiente, el segundo.
La
clasificación en Torah, Nebihim, y Ketubihim señala una diferencia en
importancia, en veneración, tal vez, en fecha de incorporación al libro santo.
La Torah, que comprende el Pentateuco, fue considerada como el sector sagrado por
excelencia siempre y, seguramente, fue la más copiada y la mejor conservada. Su
lectura total se realiza durante el año litúrgico hebreo. El sínodo de Jamnia
en el siglo II D.C. revisó y ratificó este canon.
El canon alejandrino Ordena los libros según su asunto, y los clasifica en
ley, libros históricos, proféticos y didácticos, sapienciales o poéticos. Si
tenemos en cuenta ambos cánones, el A.T. comprende 46 libros: 39 del canon
hebreo y 7 que agrega el alejandrino. Para hebreos y protestantes los libros
que se añaden son espurios, apócrifos, que significa escondidos. También se los
conoce como deuterocanónicos, puesto que fueron aceptados por el segundo
canon. Éstos son más modernos e
influidos por la ideología helénica. Algunos libros deuterocanónicos o
apócrifos son: “Macabeos”, “Tobías”, “Judit”, “Eclesiástico”.
La aparición de Jesús
incorporó, para los cristianos como se ha dicho, otros veintisiete libros, que
forman el Nuevo Testamento. También pueden distinguirse en él libros
históricos, proféticos y didácticos o sapienciales.
Al producirse la
escisión religiosa que divide a los cristianos en católicos y protestantes,
aquéllos adoptan el canon alejandrino y éstos el hebreo o jerosolimitano. Por lo tanto:
§Los hebreos aceptan sólo el A.T. (libros
protocanónicos) Rechazan los apócrifos o deuterocanónicos.
§Los protestantes aceptan el canon hebreo, libros
protocanónicos, y además el Nuevo Testamento con sus veintisiete libros.
§Católicos y ortodoxos
admiten el canon alejandrino (cuarenta y seis libros) y además el Nuevo
Testamento.
Lenguas.
Se han utilizado tres lenguas en la
composición de la Biblia: hebrea, aramea y griega. El hebreo, de origen semita,
que fuera durante siglos una lengua viva, se vio suplantada después en el habla
corriente por el arameo y se conservó como lengua sagrada. Hoy, el estado de
Israel le devolvió su condición primitiva al hacerlo su idioma oficial.
Esta lengua tiene de común con las
otras lenguas semitas varias características: el núcleo de la palabra (su raíz)
está en las consonantes (generalmente en número de tres) que la constituyen;
las vocales no tienen otro valor que modificar el significado de la palabra,
pero siempre en el sentido que le confiere la raíz.
Cuando esta lengua se fijó por escrito (se
escribe de derecha a izquierda) sólo se escribieron las consonantes; las
vocales correspondientes a cada caso se conservaron en la tradición oral, y
fueron fijadas posteriormente por los Masoretas. Si bien el número de raíces no
es numeroso, alrededor de 2000, la lengua se enriquece con las múltiples formas
que expresan otros tantos matices de la idea fundamental.
El verbo es la base de la gramática
hebrea: consta de dos tiempos, perfecto e imperfecto, que son bastante
imprecisos y de uso indistinto; según los casos, el imperfecto equivale al
presente, al imperfecto o al futuro.
Las proposiciones son breves y muy
simples, y se asemejan a las construidas por los niños, a causa de la ausencia
de elementos que hacen compleja la sintaxis de otras lenguas. Estas
proposiciones repiten habitualmente palabras, incluso nombres propios y se
enlazan mediante la conjunción y, que se reitera continuamente. Abundan las
voces onomatopéyicas, que son numerosas entre los verbos, los que se vuelven
así sumamente descriptivos. Todo esto da a la lengua hebrea un carácter
sumamente peculiar
Al hebreo de la Biblia se le llama
hebreo clásico.
La mayoría de los libros del Antiguo
Testamento fueron compuestos en hebreo.
El arameo fue una forma semita
vulgar que se difundió como lengua internacional entre los pueblos de aquel
origen y llegó, en Palestina, a suplantar al hebreo en el habla corriente. Era
la lengua que se hablaba allí en tiempos de Jesús, y en ella fueron compuestos
fragmentos del Antiguo Testamento y, casi seguramente, el primitivo texto del
Evangelio según San Mateo.
El griego
popular o koiné, hablado en todas las regiones influidas por el helenismo, era
la lengua internacional del Mediterráneo. En ella se compusieron los demás
libros del Nuevo Testamento, y los llamados “deuterocanónicos” del Antiguo
Testamento.
La religión hebrea
A través de los libros
que integran la Biblia podemos conocer el pensamiento religioso hebreo.
Generalmente se señalan cuatro rasgos distintivos que se desarrollarán a
continuación: el monoteísmo, la moral, el mesianismo.
El monoteísmo
Es un lugar común
señalar que la religión hebrea es monoteísta oponiéndola a la griega politeísta
y antropomórfica. Sin embargo debe relativizarse esa aseveración.
Desde la óptica
religiosa se afirma que el mensaje monoteísta ha existido desde el comienzo
mismo del pueblo hebreo. Los autores bíblicos, los profetas, los reyes y jueces
se han encargado de ello. Se explican
las experiencias politeístas como producto de la incapacidad e inmadurez de
este pueblo para comprender una idea, el monoteísmo, que implica un pensamiento
abstracto.
Visto desde la
arqueología y la antropología habría existido una evolución del pensamiento
hebreo. Se habrían dado una sucesión de etapas: la idolatría y politeísmo, la
monolatría y etnolatría, y por último, el monoteísmo.
La idolatría y el politeísmo se sitúan en el período pre mosaico, es
decir antes de Moisés. En esta época se ha podido constatar por medio de
excavaciones en Ur, el lugar de donde
procede Abraham, la existencia de ídolos, dioses lares que protegían los hogares.
Asimismo se consultan magos, tienen fetiches, se realizan sacrificios y se
constatan ritos a otros dioses como Baal a quien se invoca en los cultos a la
fertilidad.
En la época de Moisés,
período mosaico o pre profético, las
creencias religiosas de los hebreos evolucionan hacia la monolatría y
etnolatría, conceptos que deben ser aclarados.
Llamamos monolatría a
la creencia en un dios, aunque aceptando que existen otros. Por tanto los
hebreos adoran a Yahvéh como su Dios, pero
admiten que existen otros dioses. El segundo concepto, etnolatría,
significa que es un dios propio de una nación, puesto que étnico es aquello que
pertenece a una raza o una nación.
Monoteísmo, en cambio, es la creencia en un único dios porque éste es el
único que existe.
En la época de Moisés
se ubica la monolatría y etnolatría, pero aún no existe el monoteísmo afianzado
a nivel popular, inclusive puede observarse periódicamente cómo se construyen
ídolos o se adoran a otros dioses, creencias que implican una regresión al
periodo anterior.
Yahvéh en este período
no es omnipresente, domina en el territorio de Israel, pero ya no actúa fuera
de éste. Es imperfecto, tiene ataques de ira, castiga, discute, pelea, se
pasea. Inclusive se aprecia en esta época el antropomorfismo de la divinidad.
Se parece a un hombre, pero tiene un poder mucho mayor.
Por último, en la época
de los profetas, Yahvéh se universaliza. El mensaje del Dios, a través de los
mensajeros se difunde a otros pueblos, como lo testimonia el libro de Jonás. En
éste el profeta es enviado por la divinidad a difundir su mensaje, que todos
debían convertirse a la fe, puesto que de lo contrario, Nínive, la capital del
imperio asirio, sería destruida. La conversión se produce y, por tanto, la
capital de dicho imperio, fuerte enemigo de los hebreos, pasa a tener el mismo
Dios.
Podemos decir que en
este momento se sitúa el monoteísmo. Yahvéh se transforma en un dios de los
enemigos, que dejan de serlo, por ende. Es misericordioso, perdona y ama a sus
criaturas. Es perfecto: omnipotente, omnisciente, eterno (anterior a la
creación e increado), justo, espiritual y trascendente. Desaparece todo rasgo
antropomórfico del periodo anterior como las limitaciones que se han observado. Rechaza holocaustos y ofrendas; exige un corazón
puro y una conducta justa
Alianza
La religión hebrea se
basa en la existencia de una alianza o pacto, esto supone que hay dos partes
que otorgan algo a cambio de un bien. Hay dos alianzas: la antigua, entre
Yahvéh y el pueblo, representado en Abraham; y la nueva, entre Dios y la
humanidad, cuyo intermediario es Jesús. La primera es una alianza particular y
restrictiva, la segunda tiene carácter universal.
El Antiguo Testamento
cuenta la relación entre Yahvéh y el pueblo hebreo; el Nuevo Testamento narra
la llegada de Jesús, considerado el mesías por algunos y rechazado por otros.
Como se ha señalado al principio del trabajo Antiguo Testamento significa
Antigua Alianza; Nuevo Testamento, Nueva Alianza. El error conceptual, se ha
indicado, proviene de la traducción latina.
Primer pacto. Según cuenta el Génesis Yahvéh se apareció ante Abraham y
le ordenó salir de su tierra: “Salte de tu tierra, de tu parentela, de la casa
de tu padre, para la tierra que yo te indicaré, yo te haré un gran pueblo y
engrandeceré tu nombre…” Así lo hace Abraham. El Dios le prometerá protección y
ayuda constantes, simbolizados en la bendición, la concesión de la tierra
prometida,
una descendencia numerosa como las arenas del desierto y las estrellas del
cielo, y el señorío sobre las demás naciones.
Abraham, por su parte
debe adorar exclusivamente a Yahvéh y acatar su voluntad. Este pacto, como todos, se sella con sangre,
así sucede con el carnero con el que suplanta a Isaac, el primer hijo con Sara,
después de que lo salvara el ángel de Dios. Esta alianza se renueva cada vez que nace un hebreo a
través de la circuncisión, como lo ordena Yahvéh:
“Circuncidad todo varón, circuncidad la carne
de vuestro prepucio, y ésa será la señal de mi pacto entre mí y vosotros. A los
ocho días de nacido, todo varón será
circuncidado en vuestra descendencia”
La ratificación del pacto se realiza a través de Moisés, cuando Yahvéh
se aparece en una zarza ardiente. Se identifica ante aquél diciendo; “Yo soy el
que soy. Así responderás a los hijos de Israel: Yo soy me manda a vosotros”
Luego le ordena sacar a su pueblo de
Egipto y llevarlo al Canaán. Si el faraón no lo permitiera mandará prodigios,
entiéndase aquí las diez plagas. Es la sangre del cordero o cabrito pascual lo
que sella esta ratificación.
“La res será sin
defecto, macho, primal, cordero o cabrito. Lo reservarás hasta el día catorce
de este mes y toda la asamblea de Israel lo inmolará entre dos luces. Tomarán
de su sangre y untarán los postes y el dintel de la casa donde se coma. Comerán
la carne esa misma noche, la comerán asada al fuego, con panes ácimos y
lechugas silvestres… es la Pascua de Yahvéh. Esa noche pasaré yo por la tierra
de Egipto y mataré a todos los primogénitos de la tierra de Egipto, desde los
hombres hasta los animales y castigaré a todos los dioses de Egipto…La sangre
servirá de señal en las casas donde estéis; yo veré la sangre y pasaré de
largo, y no habrá para vosotros plaga mortal cuando yo hiera la tierra de
Egipto”
Segundo pacto. La
"Nueva Alianza" extiende los privilegios de Israel a los hombres de
todos los pueblos, y se encuentra narrada en el Nuevo Testamento. Esta nueva
formulación se realiza en la persona de Jesús, considerado el mesías por un
sector de y también se sella con la efusión de sangre, en el monte Calvario
Moral
Toda religión se basa en una serie de
principios morales, que se proyectan en su doctrina. En el caso de la religión
hebrea Yahvéh es el legislador en razón de que éste es el creador del hombre, y
por ende sabe qué es bueno para él. Asimismo, al crear al hombre y ubicarlo en
el Edén, el Paraíso terrenal, coloca en él dos árboles, el de la vida y el de
la ciencia del bien y del mal. A través del mismo se adjudica el conocimiento,
y determinar qué es bueno y malo para su creatura. Prohíbe aquello que lo daña,
aprueba lo que contribuye a su felicidad. El pecado no sólo afecta al individuo
sino a la comunidad, puesto que aquél
ejerce un poder contaminante. Por este motivo la actitud en el Antiguo
Testamento ante el pecador es el total
rechazo. (Ver salmo I) Sin embargo esto cambia en el Nuevo donde, a través del
mesías, se difunde la misericordia.
La antigua ley es proclamada en el
monte Sinaí, donde Moisés recibe las tablas de la ley.
“Y habló Dios todo esto diciendo:”Yo soy Yahvéh,
tu Dios, que te ha sacado de la tierra de Egipto, de la casa de la servidumbre.
No tendrás otro Dios que a mí. No te harás esculturas ni imagen alguna de lo
que hay en lo alto de los cielos, ni de lo que hay abajo sobre la tierra, ni de
lo que hay en las aguas debajo de la tierra. No te postrarás ante ellas, y no
las servirás, porque yo soy Yahvéh, tu Dios, un Dios celoso, que castiga en los
hijos las iniquidades de los padres hasta la tercera y cuarta generación de los
que me odian, y hago misericordia hasta mil generaciones de los que me aman y
guardan mis mandamientos.
No tomarás en falso el nombre de Yahvéh, tu Dios,
porque no dejará Yahvéh sin castigo al que tome en falso su nombre.
Acuérdate del día sábado para santificarlo. Seis
días trabajarás y harás tus obras, pero el séptimo día es día de descanso,
consagrado a Yahvéh tu Dios…pues en seis días hizo Yahvéh los cielos y la
tierra, el mar y cuanto en ellos se contiene, y el séptimo descansó; y por eso
bendijo Yahvéh el día sábado y lo santificó.
Honra a tu padre y a tu madre, para que vivas
largos años en la tierra que Yahvéh, tu Dios, te da.
No matarás.
No adulterarás.
No robarás.
No testificarás contra tu prójimo falso
testimonio.
No desearás la casa de tu prójimo, ni la mujer de
tu prójimo, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su asno, ni nada de
cuanto le pertenece.”
Además de esta formulación puede encontrarse una
enunciación más simple en el Deuteronomio, libro que integra el Pentateuco, cuyo nombre significa segunda
ley. En éste Moisés difunde al pueblo de Israel lo que Yahvéh le comunicó en
Horeb.
Como puede observarse los mandamientos, tal cual
se enseñan en la actualidad por el cristianismo, tienen variaciones con
respecto al original. Las mismas se introducen a partir del advenimiento del
mesías. La doctrina de Jesús, manifiesta en el
Sermón de la Montaña, lleva a ésta moral
a su más alto grado de desarrollo y
perfección.
Además del decálogo el pueblo recibió a través
de Moisés, un completísimo código en muchos aspectos superior al de Hammurabí,
que regula todo lo referente a la vida colectiva, nacional y familiar, la
organización política y al culto religioso.
El Levítico y el Deuteronomio son dos libros que se ocupan de la
legislación.
Mesianismo
Es un fenómeno histórico propio y
exclusivo del pueblo hebreo. Puede definirse como “la constante espera por
parte de Israel de una felicidad incomparable (nunca separada del elemento
religioso) prometida y realizada por una intervención extraordinaria de Dios”
El término mesías es una voz
hebrea –mashiah-que significa ungido o consagrado mediante la unción. La voz
cristo, de origen griego, es equivalente a aquélla.
Desde el principio pueden
observarse dos grandes papeles mesiánicos:
§ un mesianismo colectivo que se le asigna a todo el pueblo
de Israel sobre las demás naciones, en razón del primer pacto.
§ Un mesianismo individual, por el cual se puede apreciar la
creencia en el advenimiento de un salvador –soter-. Sin embargo difieren las
características que se le atribuyen. Así puede distinguirse un grupo de textos
en los que se espera un rey, fuerte, poderoso, que, espada en mano vendrá a
liberar al pueblo del sufrimiento y la dominación. En este caso puede
observarse la relación con el primer pacto en el cual Yahvéh promete poner a su
pueblo sobre los demás de la tierra. Otro grupo de textos, entre los que puede
destacarse a Isaías insisten en un sacerdote, víctima, pero también redentor,
que, en lugar de salvarlos materialmente vendrá a realizar la labor
soteriológica espiritualmente.
Aquellos que esperaban al rey que luchara contra los
enemigos, no admitieron a Jesús como mesías y por ello lo esperan aún hoy.
Quienes creían que el reino del salvador sería espiritual lo aceptaron y forman
el cristianismo.
Bibliografía:
Argenzio, María del Socorro: “Información de Literatura
Bíblica” Mosca 1958.
Menafra, Luis Alberto: “Literatura Bíblica” Ediciones del
Partenón, 1975
Vilariño, Idea: “La literatura Bíblica. El Antiguo
Testamento”. Editorial Técnica, 1976.
García Gibert, Javier: “Consagradas Escrituras. Diez
ensayos sobre Literatura Bíblica” Editorial Antonio Machado, libros, 2002.